Preparar tu propia crema casera no solo es más natural y económico, también te da la tranquilidad de saber exactamente qué ingredientes estás aplicando en tu piel. Esta crema de caléndula y almendras es perfecta si buscas un cuidado suave, calmante y profundamente nutritivo. Lo que más me gusta de esta receta es que aprovecha las propiedades tradicionales de la caléndula, una planta muy usada desde la antigüedad para calmar irritaciones, y las combina con la suavidad del aceite de almendras y la manteca de karité.
La primera vez que la hice me sorprendió la textura cremosa y ligera, que se funde con la piel sin dejar sensación grasa. Es de esas cremas que terminas usando a diario porque realmente notas el alivio inmediato en la piel seca o sensible.
Por qué te encantará esta receta
Calma y repara: la caléndula es conocida por sus propiedades antiinflamatorias y calmantes, ideal para piel sensible o irritada.
Nutrición profunda: el aceite de almendras dulces y la manteca de karité hidratan y suavizan, dejando la piel más flexible.
Textura natural: la cera de abeja aporta consistencia a la crema, sin necesidad de aditivos químicos.
Aroma relajante: con el aceite esencial de manzanilla obtendrás un extra de calma, tanto para la piel como para la mente.
Un detalle que descubrí al usarla es que, aplicada después de una ducha caliente, la piel la absorbe aún mejor, quedando suave por horas.
Ingredientes
2 cucharadas de flores de caléndula secas
3 cucharadas de aceite de almendras dulces
1 cucharada de manteca de karité
1 cucharadita de cera de abeja
5 gotas de aceite esencial de manzanilla (opcional)
Tip: si no tienes flores de caléndula secas, puedes comprar aceite de caléndula ya preparado. Así ahorras tiempo y el resultado será igualmente efectivo.
Paso a paso
- Infusión de la caléndula: coloca las flores en un frasco y cúbrelas con el aceite de almendras. Déjalas reposar 24 horas (infusión en frío) o calienta a baño maría 30 minutos para un resultado más rápido.
- Filtra el aceite: cuela las flores para obtener un aceite limpio y aromático.
- Derrite la base: en un baño maría, derrite la manteca de karité junto con la cera de abeja.
- Incorpora el aceite infusionado: añade el aceite de almendras con caléndula y mezcla bien.
- Agrega el aceite esencial: retira del fuego, incorpora las gotas de manzanilla y remueve suavemente.
- Enfría y conserva: vierte en un frasco de vidrio limpio y deja que solidifique a temperatura ambiente.
Consejos para un mejor resultado
Usa un frasco de vidrio ámbar para conservar mejor las propiedades de la crema y protegerla de la luz.
Si quieres una textura más ligera, reduce la cantidad de cera de abeja a media cucharadita.
Añade unas gotas de vitamina E como conservante natural y para potenciar el efecto antioxidante.
Cómo usarla y conservarla
Esta crema es ideal para aplicar en manos, codos, rodillas o en cualquier zona reseca o sensible. También funciona muy bien como crema de noche, ya que mientras duermes la piel absorbe mejor sus nutrientes.
Para conservarla, guárdala en un lugar fresco y seco. Dura aproximadamente un mes en condiciones normales, aunque si la guardas en la nevera se mantendrá fresca por más tiempo.
La sensación de frescura que deja, junto con su suavidad, hacen de esta crema un pequeño ritual de cuidado que puedes disfrutar cada día.